miércoles, 27 de mayo de 2015

ELIJO QUERERTE

ELIJO QUERERTE



Desnudarme Ante Mundo, Ante Ti.
He pasado mucho tiempo de mi vida formulándome la pregunta quizás más hecha por la humanidad ¿Podríamos vivir en un mundo sin amor? No me refiero a dejar de lado nuestra capacidad de ser afable y demostrar cariño hacia las personas, de declarar la empatía que sentimos a lo largo de nuestro andar. Tampoco a ese sentimiento que nos nace hacia alguien sin motivo alguno, simplemente nos cae bien, no sabemos el por qué, pero es así... En fin, hay muchas maneras de mostrarnos amorosos y de manifestar nuestra capacidad de amar en las relaciones personales. Mas sin embargo hago alusión a otra manifestación de amor, realmente la que considero debe llamarse así. Hacer referencia de ese calificativo a otra identificación del estado de ánimo a mi punto de vista es simplemente erróneo.
Solemos complicarnos sin necesidad alguna. Cuando entra en juego piezas como el orgullo, la vanidad o el amoralismo, se nos destruye todo lo que hemos evolucionado y siempre la forma de arreglar el rompecabezas suele ser empezar de cero. Cosa que por otra parte trae sus desventajas como son los resentimientos, rencores y el "perdono pero no olvido", tan popularizado en nuestros días.
Si en vez de seres humanos fuéramos robots diseñados para resetear y borrar todo desde el principio, salvando los datos importantes que nos aportaron enseñanza, eliminando el dolor; creo podrían existir más posibilidades de amar de una forma sana, ser más felices y tener experiencia para afrontar con sabiduría. Pero olvidamos lo esencial, las lecciones más importantes no ocurrieron por casualidad, fueron a través de dolor, sacrificio y esfuerzo. La vida es real y la fantasía lejos de ayudar, enturbia el sentido. Por imaginarnos un mundo perfecto, no lo vamos a tener, por saber cómo deben ser las cosas, no van a ocurrir. Por desear, no se va a cumplir… Solo debemos aprender a ser felices.
Ser correspondido en las relaciones de parejas es el santo grial de la humanidad en este aspecto. No serlo conlleva frustración y el carácter es uno de los primeros en sufrir metamorfosis, ante los ojos del mundo inocente al motivo, es claramente un problema deducible, dado su popularidad. 
Según en lo que me he documentado y mis experiencias creo que nacemos con capacidad de amar, ya sea porque nuestro cerebro este programado para ello o porque se nos fue transferido desde el vientre materno. De mil maneras vamos retroalimentando esa capacidad que va cobrando fuerza en nuestro interior mientras le permitamos fluir y expandirse por todo nuestro torrente. No podemos vivir sin amor, es triste un ser que tenga esa capacidad atrofiada. Creo que antes de llegar a Amar a plenitud, a entender el verdadero significado de amor, aprendemos a ganarnos ese privilegio con sentimientos a modo de antesala.
En las relaciones de no correspondencia en el amor, cuando se sufre esa experiencia siendo muy joven, resulta tan poderosa que es capaz de cambiar la forma de apreciar el mundo. Deja una huella que por dicha o infortunio acompañará toda la vida, muchas veces induce paradójicamente a tomar malas decisiones aun siendo consciente de ellas. El subconsciente sabe perfectamente a lo que se enfrentará, hará una película del futuro inmediato pero preferimos callar esa voz molesta que interfiere en lo que deseamos, porque creemos que ya hemos sufrido demasiado y nos merecemos un poco de la falsa felicidad que muestra nuestros deseos. Digamos que al golpearnos tan fuerte, nuestra perspectiva puede hacernos rebotar o explotar, pero no caemos en la cuenta que el resultado no es un fenómeno fortuito sino que lo podemos controlar. Lo único que puede afectar nuestra perspectiva, somos nosotros mismos, lo capaces que demostremos ser, de superar cada golpe que nos da la vida y la forma que lo hacemos es lo que regirá a la hora de vernos rebotar evitando caer en otra mala experiencia o explotar en ella.
También el amor de adolescente, o el que sentimos por primera vez siendo niños, ese es realmente maravilloso. Cuando nos descubrimos ya no tan infantiles aunque actuemos más ridículos que nunca. Sentimos y deseamos cosas que algunos llamarían impropias, no en nuestros días. Pero de ser educados en un entorno estricto, seguro más de uno, se habrá preguntado. ¿Si irían castigados el resto de sus vidas por sentir lo que en ese momento con esa persona? Pero el caso es, que ese despertar es un aprendizaje en toda regla, no hay que ir mucho más allá para saber que nos espera un futuro cargado de adrenalina cuando estemos preparados. Cosas por descubrir, sentimientos que controlar, deseos que identificar y calificar como correctos o no, va moldeando nuestra personalidad, nos va haciendo más seguros a medida que damos pasos sobre las brasas.
Pues sí, me refiero a ese chico que gustó en clases de matemáticas pero era mayor y más inteligente. Pero en mi caso, me hizo aplicarme en las mates hasta sacar sobresalientes. Pasé de ser la chica insignificante en esa materia a ser la que él se acercó y felicitó por sus progresos, una sonrisa y nada más en mucho tiempo. Creerme cuando digo que toda la seguridad del mundo taladra el suelo en esos momentos, pero es solo el principio de nuestra trayectoria, sino aprendemos a dominar eso, nuestra frente no conocerá el sol nunca.
 Ese no será el hombre con el que terminemos, ni el padre de nuestros hijos. Si algún día de repente cambiamos ante sus ojos y quieren conquistarnos… simplemente es tarde, desaires, tiempo invertido en vano con ellos y que en el fondo no era más que una ilusión, hacen que nos retiremos de la partida. Pues sí, ese chico vino después cuando ya no era mi pupila, pero me considero buena persona y no lo hice perder su preciado tiempo. Solo me recree en el brillo que le dio a mi autoestima que ya estaba recuperada. Oh pero que bien hace aunque tarde, saber que gusté a esa persona.
También están los que solo vemos como uno más, pero despertamos en ellos sentimientos más allá de lo que una amistad puede ofrecer. Es doloroso cuando pasa el tiempo y saber que una linda e inocente relación con ese chico de la infancia que guarda nuestros secretos y se convierte en aliado, no fue de ambas partes… Que mientras lloramos en sus hombros por alguna desventura o abrazamos y besamos, le abríamos una brecha en sus entrañas más grande que el Cañón del Colorado ¿Nos exculpa la ignorancia? Creo que en el fondo es una culpa con la que acarrearemos siempre. ¡Debimos saberlo! En algún momento debió darnos alguna pista y nuestro subconsciente nos engañó a ocultar esa realidad que no queríamos creer. Era más fácil no perderlo como amigo y siguiera siendo nuestro colega en las travesuras, dolor y risas ¿Cómo mirarle a los ojos? Aún me sigo haciendo la pregunta, quizás no sea para tanto después de tantos años.
Cuando el patrón de nuestro comportamiento parte de la valoración positiva de nosotros mismos, por lo general atraemos curiosamente buenas ilusiones a nuestras vidas. Es un punto que realmente es digno de analizar ¿Por qué faltó compromiso o confianza para materializar una relación si existía química y la autoestima no estaba decreciente? ¿Pudo ser el miedo a los amores no correspondidos del pasado lo que tienen tanto poder como para evitar desarrollar un compromiso? ¿O es qué realmente solo fue atracción hermosa pero fugaz, no suficiente para un compromiso? Quizás nuestro cerebro, que es el más listo que poseemos dicho sea de paso, sepa realmente lo que desea nuestro corazón y libra una batalla con sus propios sentimientos, haciéndole entender diferencia entre ilusión y amor.
Por el contrario, cuando la valoración de nosotros mismos es lastimera, solo atraemos lamentables errores a nuestras vidas. Es un estado que también se refleja en nuestros ojos, en nuestras acciones y en nuestras decisiones. Actúa como imán ejerciendo poder sobre los peores sujetos y sucesos de la sociedad, hasta en los más absurdos acontecimientos nos vemos relacionados y luego nos preguntamos ¿Por qué yo? ¿Por qué me pasó esto a mí? Si soy buena persona, no creo que lo merezca. Pues a mi modo de ver, si creo que estaba predestinado a ocurrir mientras estemos aferrados a mantener ese negativismo y tendencia a ver todo gris con matices negros. Si no hacemos algo por salir de ese agujero simplemente nuestra suerte no cambiará. Seremos una persona autodestructiva que encontrará a un individuo que realmente no está a la altura de nuestra honestidad ni calidad de sentimientos, que nos ilusionará y solo deseamos comprometernos. Quizás solo pensemos “Igual, peor no me puede ir ya” “Al menos lo tengo y no quedaré sola” Nos forzaremos a entrar en una relación tóxica porque nuestra razón no entiende de lógica y está demasiada contaminada para discernir ilusión pasajera y virulenta a lo que es el amor en realidad.
Las relaciones ponzoñosas traen nefastas consecuencias. Eso unido a que deduciblemente si aún continuamos con ellas, es porque nos sigue faltando confianza en nosotros mismos. Los que sin darnos cuentas o conscientes de ello, hemos cedido completamente nuestro control, nuestra vida, percibimos como no somos dueños de nada referente a nuestra persona, viéndolo como un espectador más en un palco. No nos sentiremos capaces de decidir, tener iniciativa y hasta dudaremos de lo correcto o no, simplemente porque cedemos a esa otra persona a la que creemos amar, el poder absoluto de hacerlo por nosotros. Algo curioso es que tenemos una vocecita interior que nos dice en cada acción lo que debemos o no hacer, pero elegimos no escucharla, sino quererlo a él, aceptar las migajas que nos da a cambio de una vida dedicada por entero a sus pies. 
Lo importante es desligarse de ese entorno. Reconocer y aceptar que no es amor lo que vivimos y que toda la distancia posible entre esa persona y nosotros es poca.
Muy cierto es que hay unos pocos afortunados que conocieron su primer amor en el principio de sus andares ¿Saben qué? Creo que ha sido suerte de un reducido número en la sociedad. Otros que lo hemos tenido más complicado ha sido un duro andar sobre púas ardientes hasta encontrarlo, sin saber por qué muy en el fondo nos satisface. Cuando se encuentra lo que se busca, se aprecia más, se reconoce el esfuerzo de la prueba que nos obliga a pasar el destino, basta solo una mirada al pasado para comparar que es esto lo que queremos y lo que elegimos querer. Tenemos propiedad para elegir…
Conocí muy de cerca un sentimiento muy fuerte. Ahora sé que no lo puedo llamar amor, porque no lo fue. Era intenso, apasionado, realmente hermoso. Justo en ese momento donde había aprendido a mirar entrelínea realidades ocultas, reconozco que no estuve muy avispada, aunque seguía disfrutando del momento presente, los detalles que me hacían bien, sabía que lo efímero no era lo que buscaba. No porque fuera una retorcida que tiene que pensar que solo en el sufrimiento se encuentra el amor, para nada lo creo. Pero las recompensas no se ganan sin sacrificio, si apartar obstáculos… ha sido así desde siempre, como una jugarreta por la que han pasado generaciones hasta nuestros días.
Cada día que vivimos nos ocurren cosas realmente maravillosas. Disfrutamos de pequeñeces, alguien nos roba una sonrisa, admiramos algo digno de ser deleitado, saboreamos la vida. Pero también se cometen errores, se aprenden de detalles que suelen ser algunos realmente insignificantes pero nuestras neuronas atrapan el suceso y lo dejan de reserva, saben que en algún momento tendrá que salir y cumplir su cometido. Nos vamos creando una madeja invisible que se entrelaza con los impulsos nerviosos en nuestro cerebro. Sabemos lo que queremos en todo momento, a quién solo elegimos de amigo, a las personas que queremos en nuestras vidas y las que no en general. Nuestra seguridad se va afianzando, vamos madurando como seres humanos.
Cuando conocemos a la persona indicada, no importa como haya llegado a nuestras vidas. Simplemente se nos presenta y… lo sabemos. Puede ser alguien con el que se tropieza y aunque el dolor del impacto haya sido fuerte hay una atracción, se siente. O sea el nuevo presentado por alguien que te deja sin respiración… También lo podemos reconocer en un amigo de mucho tiempo… pero en algún momento despiertan esas neuronas adormiladas y levantamos la vista a la otra punta del salón concurrido por todos nuestros amigos pero ¡Se mira justo a él! No existe nadie más en nuestro campo visual. Podríamos hasta sorprendernos al conectar en ese momento… porque ahí está. El hombre que nos atrae con una fuerza realmente poderosa, no nos explicamos de momento que significa esas corrientes circulando por nuestras venas, reaccionamos como si estuviéramos en shock.
Con mi elección las cosas no suelen ser fáciles. Los caracteres diferentes suelen ser un punto picante que hasta nos hace más felices… Más que ver un problema en las dificultades veo fuerza multiplicada, peleando contra el mundo hombro con hombro. Ninguno quiere marcharse, elegimos tenernos, amarnos y superar cada obstáculo. Regreso la vista atrás y recuerdo que lo fácil no lo retuve, no había nada que nos incitara a luchar juntos, que nos hiciera ya no crecer como personas individuales, sino como pareja. Deja de importar uno, para centrarse en dos como un todo.
Nuestras experiencias nos hacen madurar, somos capaces de tomar muchas decisiones, elecciones que nos hacen crecer. La principal que elijo, es quererme por encima de todo. Tener la suficiente experiencia y aprendizaje me ha hecho elegir en primer lugar amar a mi corazón, mi persona, mi ser… Con esa certeza por tanto, tengo la potestad absoluta para unirme a mi corazón y mandarle una orden a mi cerebro… ELIJO QUERERTE a ti, porque hiciste de mi mundo un lugar hermoso, donde sé que eres el hombre que el amor eligió para mí.  
FIN
 -Martha Ferrás-


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3 comentarios:

  1. Muy buena manera de ver la vida y las relaciones afectivas:
    "Nos forzaremos a entrar en una relación tóxica porque nuestra razón no entiende de lógica y está demasiada contaminada para discernir ilusión pasajera y virulenta a lo que es el amor en realidad."

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  2. Gracias por tu comentario Alejandra Sanders... eso creo realmente. Debemos tomar cada experiencia como aprendizaje y sabremos reconocer el amor real.

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