viernes, 18 de marzo de 2016

Despertar de Almas Dormidas

A veces somos testigos por casualidad de acontecimientos y situaciones que no hacen reflexionar sobre la importancia de atesorar cada segundo que vivimos.

Contaré una historia que me ha emocionado, la cual he celebrado en su justa medida. En esta vida todo tiene matices, todo son decisiones y cada camino que elegimos para bien o para mal tiene consecuencias, solo de nosotros depende que el trayecto sea de rosas o de espinas. Siempre suelo llegar a la misma conclusión… Las decisiones tomadas con el corazón son de las que nunca nos arrepentimos, las que tomamos con la consciencia y meditamos suelen ser las incorrectas, las que dejamos de vivir por seguir unas reglas dogmáticas impuestas a saber Dios por quién.

Una pareja de adolescentes, el primer amor de ambos. Fue todo lo hermoso y apasionado que se vive en el descubrimiento del amor, del sexo, de las ganas de dejar de ser uno para ser dos. Un amor clandestino que nunca finalizó, solo la distancia fue la encargada de adormilar ese sentimiento.

Vivir una vida sombría, anestesiados por la rutina y dando pasos inertes, es lo más parecido a vivir en el ártico, con las entrañas congeladas para no sentir, para no recordar lo que existe en alguna parte del mundo, con pareja, con familia quizás… con una vida hecha. En momentos de caer en lo profundo de sus más cálidos sueños, saltaba una pregunta en conjunto ¿Me seguirá amando como yo amo?

El destino quiso poner la respuesta al unísono, cuando por mera casualidad mediante una amiga en común, saltó el nombre del él en una conversación. Estaban por fin en el mismo país, en la misma ciudad, 21 años después. No hubo dudas, titubeos… Aquel domingo de noviembre la respuesta al otro lado de la línea fue –Mi amor ¿Eres tú?- ¡Algo tan providencial había ocurrido, los sueños se hacen realidad y los manjares para disfrutar!

¡Despertó cada célula del cuerpo, del alma! Temblar solo de sentir su voz, sentir la misma pasión en los vacíos de impacto, de estar seguro que tanto desear ese momento no estaría el cerebro jugando una pésima broma. Desde ese segundo no tuvieron dudas de lo que querían y lucharían por tenerlo. Cada segundo pensándose y amándose.

 En tiempo pasó una vida que no se tuvieron, pero verse frente a frente, mirarse en los ojos, sentir que era real… fue como si no hubiera pasado un solo segundo desde la última vez que se vieron, se sintieron y se amaron… porque el amor que es verdadero nunca muere, nunca se olvida, nunca se desvanece. Lo más que alcanzamos a hacer es guardarlo en un rinconcito del corazón para regresar ahí cuando se está desfallecido y se necesitan fuerzas para continuar.

Saber que la vida es una, que hay que despertar esa pasión por vivirla. Encontrar la persona que tiene el don de hacer estallar cada célula de nuestro ser y aplacar a la vez, es una bendición que no todos son conscientes de apreciar esa dicha y por ende, cuidar de no perderla.

A estas personas que tienen la valentía de luchar por lo que sienten y mostrar abiertamente que por fin son felices… Que no se apabullan por las consecuencias externas, que tienen el arrojo de vivir su propia felicidad… A estas personas les admiro, son unos triunfadores… Unos héroes en los escabrosos senderos de la vida.  

1 comentario:

  1. Una historia que me complace en compartir mediante mis textos, aunque sin nombres los protagonistas ya la conocen!

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