Entender que amar no es poseer y que
dejar ir no es falta de sentimientos, es sin duda alguna, subir un peldaño en
nuestra propia evolución como persona. En nuestra manera de mostrar y aceptar vivir
en pareja maduramos. Cuando nos sabemos libres y tenemos la certeza que seremos
felices dejando volar, sin las frustraciones de la impaciencia o inseguridad…
crecemos, nos hacemos fuertes, somos felices.
Un sentimiento capaz de vivir entre
nosotros, conociendo lo que nos afea, lo que nos hace humanos y aun así elegir acurrucarse
a nuestra vera… ese es un amor puro. Un motivo por el que sonreír, una ilusión
que nos alimenta el alma… Tener la fortuna de vivirlo es una bendición que solo
le ocurre a corazones maduros, sin importar la edad de la persona… Importa lo
que se sea capaz de disfrutar en el momento presente y saber que es único e
irremplazable.
Que no se caiga en el error de pensar
que es una forma de amar aburrida… todo lo contrario, se conoce más, se es más
observador, se sabe lo que se quiere y se despoja de prejuicios superfluos.
Todos tenemos un gen travieso que nos acompaña toda la vida, solo que llegamos
a un momento de nuestra vida que lo fusionamos con la experiencia.
Es una dicha sentir ser capaz de amar en libertad, sin la inseguridad
de los celos, sin el asfixiar de la posesión… Ser solo dos personas y un sentir…
Teniendo el infinito a nuestra disposición y aun así permanecer juntos por
propia elección, Por amarte… Porque me ames.
-Martha Ferrás-
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