Es
cuando se convierte en real, único. Los imposibles no dejan de serlo por azar,
hay que luchar por ello cada segundo de nuestra existencia.
Vivir cada día en este
mundo en pros de lo que deseamos. Que nuestras vibraciones estremezcan el alba,
los atardeceres y hasta el propio destino. Que cada acción deje nuestra huella
en el sendero de nuestras ilusiones, que son la guía invisible que nos dirige.
Les relataré
brevemente una historia real que aunque supe su principio no conocí el final
hasta hoy y la quiero compartir con ustedes.
Tan solo era un niño
cuando conoció el amor. Muchos pensaron que era el típico amor infantil pero él
no les hizo caso y siempre respondía que ella era la mujer con la que quería vivir,
que se casaría con esa niña que no podía dejar de mirar cuando se tropezaba en
su camino, la busca con la mirada en clases y se preocupaba cuando no la
avistaba.
Eran de diferentes
clases sociales en una ciudad llena de prejuicios, llevando él las de perder
pues no era sólo las penurias económicas las que azotaba su vida. Aun así
sacaba fuerzas de la sonrisa de esa infanta, la que nunca le dedicó porque fue
un amor platónico, ella nunca supo de sus sentimientos.
Le habían dicho que el
amor era como un juego, donde a veces se gana y otras se pierden, entonces fue
cuando lo tuvo claro…
Jugaría
sus fichas de tal forma que ganaría su amor como premio. La vida no se lo puso
fácil, ella marchó siendo adolescente y nunca más volvió a saber de ella.
Crecieron y nunca más volvió a conocer ese amor, solo habitaba en sus
recuerdos, su vida con respecto a las mujeres se volvió insulsa, carente de
sentido.
Vivió de tal forma que
se hizo un hombre de bien, Estudió, trabajó y se hizo de un nombre en otra
ciudad. El destino los reencontró en un curioso accidente frontal.
Para ella fue amor a
primera vista. Para él, volver a sonreír ilusionado de tenerla en frente y por
primera vez sentir ser el centro de atención en su campo visual.
Creo que cuando se
desea algo con una intensidad lo suficientemente fuerte, nada impide que ocurra
en el momento adecuado. Las casualidades puede que en realidad no existan y solo
sea una maniobra perfectamente orquestada por el destino.
-Martha
Ferrás-
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